martes, 3 de junio de 2025

We Will Miss (and Honor) You, Professor Hunter

  




On the first day of class, Professor Hunter asked, “Why did you sign up for this international environmental law class?” I, somewhere between ignorance and conviction, replied, “To save the world—why else?” He smiled beneath his gray beard and said, “Yes, that is indeed the most substantial approach, perhaps the only one that makes sense.” He said it with enthusiasm and faith, which reignited a belief I had carried within me for years—one I first felt more than fifteen years ago, when a group of friends and I planted trees in the ravines of Guatemala City.

 

Through his classes, his books, and personal conversations, I began to see a real vision take shape. I came to understand the possibility of building theoretical support, grounded in a financial framework, to bring to life an idea that had lived in my mind for decades: that Guatemala can truly honor the etymology of its name—to be a land of trees.

 

I read his texts with great devotion and came to understand the political, economic, and legal dynamics behind international environmental conventions and treaties. I never stopped thinking about Guatemala, and David encouraged me to do so—he consistently urged me to ground my work in my home country. We also lived through the tumultuous events of 2023, when the inauguration of President Bernardo Arévalo was at risk. This piqued his curiosity, and he would ask me weekly how I was following the intense political drama unfolding in the international media and within the Organization of American States.

 

I enrolled in two courses with him and worked with him on an independent study. In every assignment and essay, I explored Guatemala. I researched a case in which the Constitutional Court ruled to protect the right of a mayor in San Pedro La Laguna to impose a ban on plastic—basing the resolution on international treaties and conventions. That experience showed me that Guatemala is a noteworthy example of applying international law to environmental matters.

 

Under Professor Hunter’s guidance, I investigated the intersection of environmental law and business. Through this work, I began developing ideas for personal and entrepreneurial projects, exploring how the country could benefit from a robust carbon market strategy and the potential advantages of aligning profit, entrepreneurial standards, and sustainable development. Conversations with him constantly pushed me to think more broadly and to believe even more in the possibility of undertaking groundbreaking projects.

 

His writings, which describe international treaty-making processes in great detail, also guided me as I worked on proposals to reinvent the international financial system to meet the planet’s urgent climate needs. In his farewell speech, delivered in the grand hall of the Washington College of Law at American University, he humbly stated—with his characteristic humor—that he was not just a professor but also an activist. He saw teaching as a means of influencing others—and he did so effortlessly. At the end of every class, there was always a line of students eager to ask him questions. He also hosted the classic BBQ at the end of each semester at his beautiful home in Takoma Park.

 

For decades, he has trained people to think critically and inspired them to bring their projects to life. The story of how the Montreal Protocol was approved—spearheaded by his great friend Durwood Zaelke—is captivating. This legal instrument, which banned CFC gases, led to the rebuilding of the ozone layer—an unprecedented success that David credits to Durwood. In the same speech, David honored Durwood as one of the individuals who has done the most for climate change. I believe David himself has also done—and continues to do—a tremendous amount.

 

Professor Hunter introduced me to many people, and simply being associated with him earned me instant respect. His authenticity is impossible to fake. He is an honest person who does not shy away from irony or uncomfortable truths—like the harsh reality that the planet is not on the right path. Yet, he maintains a sense of determination and continues to plant seeds of hope in all of us who had the privilege of learning from him. Now that he has retired from teaching, he leaves us with the responsibility to honor him through belief, effort, and creativity.

 

Thank you so much, Professor Hunter.

domingo, 4 de mayo de 2025

Sobre la meditación




Para nosotros es indispensable la meditación. El esclarecimiento de los pensamientos -que rápidamente se convierten en sogas capaces de ahorcarnos- no puede ser opcional. Debemos practicarlo a diario, como cepillarnos los dientes, como dormir, como desayunar. 

La mente es nuestra enemiga más audaz que dibuja dragones en las paredes, como dice un famoso cuento chino, que luego nos terminan devorando. La meditación consiste en practicar la observación de los pensamientos. Parte de un principio en que parecería que no hubiera distinción entre imaginación y realidad. 

En aquel programa de Orson Wells basado en la novela La Guerra de los Mundos él se inventó notas sobre caídas de meteoritos por una invasión marciana en Estados Unidos la cual fue creía por mucha gente y eso provocó un pánico de locura en la población. Hubo quienes se tragaron la historia como se cree una noticia en los medios por lo que la sensación de crisis, si bien imaginaria, fue real. Lo mismo pasa con ideas que se van cocinando con paciencia para finalmente dejarnos devorar por ellas. Los ataques de celos a partir de hechos incomprobables pueden preceder al fuego interno que cause asesinatos. Sucede con la envidia, con el miedo. Son consecuencias que nacen de algún pensamiento del que a veces ni nos damos cuenta de que existe pues estamos acostumbrados a actuar reactiva e inmediatamente. 

Por lo tanto, el ejercicio de la observación de los pensamientos es impostergable para algunos de nosotros. De lo contrario estamos susceptibles a acushushar por horas, días, meses alguna idea y calentarla hasta que tarde o temprano se termina actuando en consonancia de esa idea y ese actuar crea problemas pues resultaba que esa creencia era totalmente engañosa. 

Byron Katie, una mujer que vivió años en depresión, un día despertó dándose cuenta de que no podía, a ciencia cierta, comprobar que los pensamientos que la agobiaban fueran reales. Diseñó un método de auto cuestionamiento para analizar la verdad de dichos flujos de ideas. Éstas pueden albergarse cómodamente por un tiempo suficiente para causar depresión, ansiedad, hacer la vida difícilmente vivible. 

La opción está en que así como podemos imaginar situaciones dañinas y autodestructivas también podemos imaginar cosas que nos benefician. Y ahí es donde la meditación surte efecto, no solo en aprender a desvanecer los pensamientos que nos causan daño viendo que no tienen esencia y que son hechos solucionables, sino en sembrar ideas positivas y nutritivas para nuestra vida. 

En fin, creo que la imaginación es una llave que se puede usar para ir a diversos lugares. 

sábado, 3 de agosto de 2024

Calores





A través de los 36 grados que marca el celular y que implica un horroroso estado bajo el sol, veo el agradecimiento hacia Guatemala, mi país. Cuando uno ve las Olimpiadas se piensa en el país, en la bandera, en ese concepto indelegable. Es decir, sabemos que es una ficción, pero el corazón palpita al ver que se obtiene una medalla para una tierra donde conocemos todo o más o menos todo: nuestra casa, familia, ancestros, secretos. Se extrañan las callejuelas, los pasos a desnivel, las tiendas en la esquina, el Esperanto, el estar a un mensaje de los amigos de siempre. 36 grados centígrados no son poca cosa. Hoy, por ejemplo, luego de caminar 18 minutos me aterrizó en la cabeza un taladro que me botó en el sofá. En el verano se pensaría que hay libertad y congoja y celebración pero esta temperatura está bien pero para unos días en la playa y piscina pero luego ya es una especie de tortura sempiterna en la cual para salir a la calle te la piensas: si no es indispensable mejor no hacerlo ya que te sumerges a un espacio que podría ser un sauna infinito o una sensación de carbonización generalizada. A la intemperie, no hay atisbo de no-calor (claramente, en estas ciudades hay aire acondicionado en todos los lugares) pues el viento parece una oleada de vapor de agua que hierve. En la noche (hoy salí a caminar a las 10 de la noche) estábamos encima de los 30 grados. Ese es el verano normal aunque supongo que por el calentamiento global está un poco más caluroso que otras veces. Esas temperaturas son atípicas en mi tierra. Un amigo que vivió en Alemania mucho tiempo me lo dijo y lo confirmo cada día: “lo mejor que tiene Guatemala es el clima”. Algo de lo que podemos sentirnos orgullosos; algo que nos fue dado y no lo valoramos como podríamos. En la mayoría de días en Guatemala el termómetro marca 25 grados o por ahí. Un día de ese tipo, en otras ciudades, como en la que me encuentro, es motivo de fiesta: la gente sale a pasear, organizan pic nics, comidas al aire libre, entre otras actividades lúdicas, conciertos, por ejemplo. Pero bueno, en Guatemala no hay metro o transporte público decente. Lo pienso así en cómo funcionan las antípodas de la realidad y las percepciones y la sensación de la costumbre. Además, las temperaturas extremas suelen generar vacaciones para que la gente viaje hacia otros parajes menos agresivos. En fin, una reflexión antes de dormir, antes de caer a los sueños farragosos y poco determinados en medio de un clima más allá de lo físico: un clima de incertidumbre. 

 

 

 

viernes, 26 de julio de 2024

Con una sonrisa tenue




Ayer me sucedió algo atípico en medio de una conversa. De bajón, le inquirí a Jorge, amigo místico, cómo él se conectaba con Dios. Como si un viento milagroso hubiera pasado de repente, me dijo que gracias a mí, quien tenía enfrente, había logrado conectar con Dios de una forma más sustancial. La respuesta me conmovió; inesperadamente me había dado un nuevo tono ante mi energía decaída. Mi pregunta original había sido auténtica porque yo sentía que Jorge generaba formas para relacionarse con Dios que yo desconocía. Suelo verlo tranquilo y me comenta que las cosas solamente vienen a él sin buscarlas; claro, también me ha hablado de algunas depresiones y desgano en términos muy cotidianos. Por eso la respuesta con referencia a mí, me había enmudecido. Luego elaboró con mayor detalle sobre la respiración, sobre que encontraba a Dios en el respiro y que cuando uno respiraba con consciencia, todo estaba bien sin importar las condiciones externas. Esta no es ninguna enseñanza propia, más bien es algo milenario, reproché. Pero él lo ligaba a mí porque en algún momento acudimos a un retiro con monjes vietnamitas y hablamos recurrentemente de ese viaje. Nos pusimos luego de unas lágrimas emotivas, a respirar, viéndonos, con una sonrisa tenue como la de los budas. 

martes, 6 de febrero de 2024

Sobre el karma y demás





Es difícil ser ético pero retribuye. El concepto del karma, así como tantas otras palabras sánscritas, como el mismo tantra, ha sido tergiversado. El Dalai Lama escribió al menos un libro donde aclara que el tantra es una práctica antigua desvirtuando el exclusivo uso erógeno que se le ha dado popular y comercialmente, y casi lo mismo sucede con el karma; pero no porque sea utilizado de tal forma incorrecta vamos a dejar de hablar de él. No seremos como aquellos que apedrean a los escritores clásicos solo porque está cool asesinar a tótems. Pasando la explicación, que podría no ameritarse, regresemos al asunto del karma y la ética y lo complicado que resulta. 


Karma podría entenderse como un continuo camino hermanado como una trenza imborrable sobre causas y consecuencias. 

 

Hay un vacío huérfano de amor, de validación, de qué hacemos en esta mañana que hay que abrir los ojos. Nadie me preguntó si quería amanecer, que yo recuerde. Nacemos a un espacio determinado, una cultura, una familia, un idioma, una específica manera de vivir que es lo que consideramos normal. El cariño, por ejemplo, se configura de cierta manera y las necesidades igual. Aprendemos a gritar para comer, para que nos cambien y si nos limpian rápido gritamos menos o si nos pegan aprendemos a enconcharnos y nos sale coraza para no sentir el daño; si no hay modelos la vida será más áspera y así van haciéndose los apegos y la personalidad y la autoestima. Nuestros padres son nuestra forma de realidad y sin que seamos conscientes hacia ahí nos proyectamos hasta que debemos desprendernos y entonces viene una gran ruptura para edificar la individualidad… en el fondo no nos podemos explicar todo, con las palabras pretendemos aproximarnos a la realidad pero no hay manera de hacerlo completamente sino adentrándose al despertar hacia la experiencia misma. 

 

Es rudo hacer las cosas bien, que no es lo mismo que ser buen chico, lo que implica fingir que se cumplen las reglas a sabiendas de que se están tergiversando con el ánimo de salir en caballo blanco, como se dice. Todos tenemos en el pecho una culpa que purgar, la conciencia, a veces más, a veces menos, late indiscutiblemente. Por lo que, para la paz, es necesario que se practique cierta ética profunda que repercuta en cosas como no tener deudas (kármicamente hablando) que deberán ser cobradas. Los dichos son sabios: uno siembra lo que cosecha, o como dicen en lenguaje coloquial: todos sembramos la piña en la que estamos sentados.

 

Esto parecería que no es tan simple ya que la mente nos engaña queriendo crear atajos para el bienestar y creyendo que se puede subir el Everest en helicóptero y celebrar como si se hubiera recorrido el trayecto a pie. Un sistema de valores fue aprendido pero usualmente hay asuntos que se toleran -pasarse en rojo un semáforo, mentiras piadosas- pero ese grado de tolerancia hacia un posible mal justificado que nos facilitará algún aspecto de la vida es elástico y podría llegar al momento en el cual justificamos bombardear una ciudad para conseguir petróleo para los automóviles, y, para mayor tupé, podríamos hacerlo en nombre de la paz planetaria. 

 

Sigo escribiendo de lo mismo desde hace quince o veinte años. Sigo llorando por la injusticia solo que ahora veo que yo mismo soy generador de injusticias y de energías dañinas hacia afuera: no carece mi ser de interdependencia entre el todo -lo social- y mi persona -mi cuerpo y consciencia- y más bien, mi realidad, la que ayudo a crear, está determinada por los grados de ética y de siembra y es quizá mi única palpable posibilidad. 

 

 

 

 


sábado, 14 de octubre de 2023

Eclipse del 14 de octubre


Hoy hay eclipse. La agudeza de Tito Monterroso acapara la idea de los eclipses debido a ese mitológico cuento en el cual unos indígenas mayas atrapan a fray Bartolomé Arrazola, y para salir de la resignación de la muerte pues está claro que lo conducen a un altar de sacrificio, recuerda que ese día habrá un eclipse e intenta espantar a quienes lo han capturado diciéndoles que si lo matan, hará que el sol se oscurezca. Por supuesto que le sacan el corazón que chorrea frente a la luz opaca del sol oculándose, y luego un líder maya recita todas las siguientes fechas en las que habrá eclipses solares y lunares.  

 

Ese cuento tan minúsculo se constituye como una resistencia ante la teoría de conocimiento occidental que, por principio, disminuye las visiones de los pueblos colonizados. 

 

Estamos, Guatemala, en un momento toral, mientras este eclipse se sitúa encima nuestro. Los pueblos originarios mayas han liderado una cruzada trascedental contra el golpe de Estado que quiere dar la élite corrupta. Si lo consuman, una larga noche atravesará el país. 

 

Los más descarados justifican el plan, los más cautos intentan plantear falsas equivalencias, los más siniestros callan. Giammattei, miente sin dificultad. 

 

Este cuento de Monterroso nos recuerda cómo se ningunean los saberes ancestrales desde el yugo colonial. La fuerza de los pueblos está latente y ha generado temblor en las raíces de este Estado fundado para oprimir a los que desde antes vivían acá. Nunca ha habido una política que tome en cuenta la visión maya; en cierta forma, muchos siguen pensando como fray Bartolomé, quien murió bastante confundido. 

 


Cuento de Monterroso: https://ciudadseva.com/texto/el-eclipse/

jueves, 28 de septiembre de 2023

No tengas miedo del espírtu

No tengas miedo del espíritu. El espíritu está, como dicen los sufíes, en la llama de la aorta. Tan cerca como el calor de la sangre. Tan lejos como la incapacidad de ver sin espejos nuestro rostro. El espíritu requiere que confiemos en él: sembrar y esperar la lluvia; el fruto brotará como consecuencia natural de la existencia. Lo perverso y lo sombrío se cauterizan como la lava dejándose vencer por el mar. Entre lo contemplado, ahí está; detrás de las nubes, en medio del agua, alrededor de las estrellas y en el párpado que determina la vista. En los huesos que se inflaman, en las calles, en los pies, en las arrugas de la abuela, en la savia del árbol que será una mesa en la que almorcemos cuando estemos viejos. No tengas miedo del espíritu, te escuchará incluso cuando la bulla sea demasiado grotesca. 

We Will Miss (and Honor) You, Professor Hunter

    On the first day of class, Professor Hunter asked, “Why did you sign up for this international environmental law class?” I, somewhere be...